LOS ACTORES Y EL PÚBLICO. LOS GARCAS Y EL PUEBLO

Por Christian Gastaldi

La patética actualidad en la que estamos inmersos, creo que ha llegado a la analogía casi perfecta de una comedia dramática o una obra novelística de ficción. Aunque se maquillen mediante "movimientos" de utilería, los sectores que disputan el reparto del capital continúan siendo los mismos. Y estos personajes saben que, si bien el pueblo no cree en ellos, vota por tradición más que por convicción y sólo se limita a tomar "aire puro" cuando sucede un acontecimiento como el supuesto acto heroico (¿?) de Cobos en el Senado…

Entre tanto, el pueblo (al cual muchos llaman perversamente gente) sigue atentamente esta crisis, mientras hace zaping con Tinelli o Pergolini… En pleno disfrute, come una picada y se toma una cerveza observando como el noticiero titula: “Campo vs. Gobierno”. Este tipo de “información publicitaria”, plasmada en términos deportivos, no se diferencia demasiado a los titulares que anuncian a River y Boca disputando una final o aquellos que difundían una batalla entre algunos de los gladiadores de Titanes en el Ring…

Lo cierto es que, en esta aparente disputa aparece filtrada la realidad siempre postergada. Proceso estimulado por otro tipo de garcas: los oligopolios de los medios… Y en aquel acto de venta publicitaria, se suprime lo que se suprimió siempre: que nadie se interesa, ni piensa, acerca de la situación de los pobres (que nunca pueden dejar de serlo); que nadie le pone el hombro a los trabajadores (que nunca pueden ejercer su labor en condiciones dignas a nivel salarial y humano); que nadie apoya a los docentes y estudiantes, salvo que una amenaza de arancelamiento ponga en riesgo su propio bolsillo; etc.…
De modo que, el pueblo se convierte en público de una triste parodia y estos sectores (que ya conocemos muy bien) en actores de la misma. El pueblo, como público, sabe que se trata de una ficción y aplaude al unísono el desenlace de la obra. El pueblo, como público, es un pueblo sin ideología, un pueblo que está sentado confortablemente en sus butacas esperando la escena próxima. Pero lo más patético de esta pantomima, es que no puede salir de la sala, y debe permanecer allí, como siempre y para siempre: observando a un grupo de actores que representan una ficción y que aprovechan el momento en que su público se conmueve para arrebatarle la dignidad de su alma y la visión de una realidad distinta...